jueves, 19 de junio de 2008

Evasión del Penal de Ocaña, 1948


Una página desconocida de la lucha del movimiento libertario contra el franquismo.


José Yañez García, Antonio Cerezo Toledano y Vicente Espin



En la madrugada del 8 de mayo de 1948, doce militantes de la C.N.T, desde el fatídico penal de Ocaña, llevaron a efecto una de las más espectaculares fugas que forman para de la penitenciaría española.

A estas alturas, una cálida nostalgia nos lleva a visionar aquel largo periodo de abierta lucha contra la dictadura. Unos pocos millares de mujeres y hombres asumieron en precario lo que moralmente correspondía defender a toda una ciudadanía colectivamente humillada. Minoritario y utópico desafío al poderoso aparato represivo del franquismo en medio de la pasiva estupidez de un pueblo sometido cobardemente a la criminalidad revanchista de los militares vencedores.

El espíritu de los doce fugitivos de Ocaña y el entorno social que les daba cobertura, el anarcosindicalismo, es de difícil reproducción en el presente, pero este reconocimiento jamás puede interpretarse como renuncia a unas ideas que siguen siendo referente de nítida lucha a favor de la libertad integral del hombre.

Si los tiempos son hoy adversos, el símbolo de aquella fuga, como la multitud de hitos que marcan el anarquismo fue poniendo en su largo y duro caminar, nunca serán baldíos. Mucho menos cuando el futuro se enfrenta a una disyuntiva ineludible.

Cuando los Alfas, Betas o Epsilones de Huxley toman cuerpo como amenaza real, cuando la Utopía pesimista pretende ganar la partida a la Utopía de signo positivo, cada vez existe menos espacio para el pusilánime. O se pliega a la esclavitud del Epsilón o tendrá que ir a los muros de un penal cualquiera para recuperar la antorcha que en ellos dejaron los miles de seres que cedieron lo mejor de sí mismos a favor de sociedades más libres.

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